lunes, 7 de febrero de 2011

IL GATOPARDO



Alguna vez han escuchado la frase “gatopardismo”?. Muchas dirán que sí y para los que no, les cuento. El término se acuña desde una famosa película italiana de los años 60 denominada “Il Gatopardo”, que a su vez fue tomada de una novela del italiano Giusseppe Tomassi, que relata la historia de encrucijadas y juegos de poder dentro de una familia y la base esencial es el deseo expresado a viva voz de cambiar las cosas, de querer revolucionar, pero que en el fondo lo que se quiere es no cambiar nada, es decir, mantener el establishment, promulgar un cambio para realmente no hacerlo.

Creo que es uno de nuestros principales problemas como seres humanos, como ciudadanos del planeta y, como ecuatorianos en particular. El pedir, promulgar, señalar la necesidad de un cambio cuando, en verdad, no deseamos cambiar nada.

Cuántas veces no hemos dicho “cómo está cambiando el clima”… “es increíble como contaminan los EEUU, los chinos y las grandes potencias”, “es increíble como se talan los árboles”, “es increíble como se bota basura”, sin embargo seguimos usando los aerosoles, dejando correr el agua mientras nos lavamos los dientes, buscando muebles de la mejor madera y mandando basura por las cañerías.

Muchas veces nos espantamos con los accidentes de tránsito, “de la irresponsabilidad de los choferes”, “del desgraciado que manejó borracho”, “del mal estado de la vía”, sin embargo cuántos de nosotros no hemos dicho manejando y hablando por el celular: “ya te llamo porque está un vigilante o policía de tránsito”? o a cuántos no nos han dicho en un taxi “por favor póngase el cinturón que los policías (o vigilantes) están cargándose”? (comentario aparte: a. concebimos el no hablar por el celular no por seguridad sino para salvar la norma y b. Hasta el por favor está demás, el hecho de ponerse el cinturón debe ser un acto reflejo al subirse a un vehículo).

A nivel más personal, cuántos no hemos declarado a “viva voz” ese es “mi amigo, mi pana” ó a un familiar “estoy contigo en las buenas y en las malas y te defenderé siempre”, cuántos no hemos dicho “pienso igual que tú, absolutamente de acuerdo”, pero cuándo ha llegado el momento de defender esa posición, ó a la persona ó, ante un error de ésta, hemos callado, alejado ó simplemente hecho caso omiso so pretexto de “calmar las aguas” o “salvar las relaciones”.?

Socialmente, cuántas veces no hemos dicho “que pena esos niños de la calle”, “que irresponsable esa madre”, “pobre ese señor dónde estarán sus hijos”, “es hora que el gobierno haga algo”… ¿cuántos de nosotros nos hemos detenido, cuántos hemos estado dispuesto a conversar, a preguntar, a hacer algo más que darle caridad, un plato de comida o un insulto?.

Como anécdota una amiga que siempre que sale expresa su pena y tristeza por la situación de “esa gente”, comentó muy preocupada que si se aprobaba la constitución ella tendría que compartir su casa con la “gente pobre”.

A nivel más macro, siempre vivimos haciendo análisis, reflexionando, pensando (escribiendo blogs como yo), criticando, juzgando, señalando, sobre el gobierno, sobre el “capitalismo salvaje”, sobre “el socialismo retrógrado”, sobre el presidente, sobre los diputados, sobre las leyes, sobre EEUU, sobre Cuba, proponemos las fórmulas, proponemos las socializaciones, proponemos los “cambios”, proponemos un sentido más social, hacemos los análisis sociales, los análisis económicos, proclamamos un “capitalismo social” o un “socialismo democrático”, pero… cuántos de nosotros predicamos con el ejemplo? Y, más aún, cuántos de nosotros estamos dispuestos a participar? Cuántos estamos dispuestos a jugarnos por lo qué pensamos?


De todos los eventos enumerados en los párrafos anteriores yo también he hecho correr el agua, he buscado los mejores muebles de madera, he hablado por celular, me he apenado por los niños de la calle, he criticado al gobierno, al capitalismo, he propuesto cambios, pero sigo sentado desde mi cómoda posición descargando mi responsabilidad en otros. Eso es el gatopardismo, el predicar a viva voz un cambio que en el fondo no queremos.

Muchos hemos reflexionado sobre lo injusto del sistema sin embargo nos lucramos de él, muchos hemos hecho verdaderas diatribas contra el capital, contra las grandes corporaciones, los grandes monopolios y ó trabajamos para ellos ó con ellos.

Hemos llenado horas y páginas de reflexión social y, sin embargo, cuándo debemos expresar los mismos ante los ricos que se hacen más ricos o los grandes corporativistas nos callamos, nos guardamos, sonreímos, asentimos, nos hacemos los desentendidos por el hecho de necesitar ó a veces por simple cobardía o miedo al rechazo.

Cuántos no hemos reclamado mil cosas al gobierno, al presidente y al mismo tiempo expresamos “voy a votar por el papel o porque es obligación”?, cuántos hemos participado? Cuántos nos hemos involucrado?, cuántos hemos expresado lo que creemos?, vivimos de la excusa “es que ese va a robar”, si es así... porqué no hacemos algo para que no lo haga?. Nos hemos convencido interiormente (aunque no de labios para fuera) que las cosas deben cambiar mientras no me afecte a mí.

Siempre exigimos un cambio, pero ahora nos “jode” el SRI, el IESS, los impuestos, los vigilantes, etc. ¿qué queremos cambiar?,  proponemos socialismo en tanto y en cuanto podamos seguir andando en nuestros 4X4 y seguir enriqueciéndonos, justa o injustamente, proponemos la igualdad de oportunidades y seguimos accediendo a beneficios por el amigo, familiar, hermano de papá o de algún familiar?.

Me autocrítico, he sido un gatopardo. Las degradaciones sociales, las cosas que nos pasan personalmente, los males no son culpa sólo de los gobiernos, ni de un ser superior, es culpa de la sociedad, de nuestra actitud gatopárdica de no hacer nada, de criticar todo, de a pesar, que sabemos que no debe ser así lo dejamos pasar para no “complicarnos” ó no “ganarnos problemas”, de querer cambiar todo mientras no cambiemos nosotros. Si no participamos, si no acudimos a los espacios, como podemos aspirar a ser representados por un gobierno?, cómo después podemos criticarlo, si ni siquiera nos dimos el trabajo de debatir o participar?.


Para poder cambiar como personas, como ecuatorianos, creo que es esencial vencer el gatopardismo, vencer nuestros miedos, cambiar por nosotros, actuando y no sólo pensando en como deberían cambiar las cosas. En fin, detenernos siempre, cada vez que expresamos, manejamos, analizamos, juzgamos, odiamos, felicitamos o escribimos blogs en qué hicimos para que eso no pase. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola. Gracias por tomarte el tiempo de leer. Déjanos tu mensaje.