lunes, 11 de abril de 2011

Los Valores del Capital: El reino de la Hipocresía



La jauría histérica que muerde frenética y eufórica mi túnica
pretende dañarme con su crítica tóxica y absurda.
Huérfanos del poder del análisis lógico y científico,
ignoran que me protege le égida presencia del Creador
y que el vínculo íntimo, intrínseco y metagénico
que tengo con la élite hipérborea y hermética del Olimpo
es más valioso que la fama efímera y epitélica
que los homúnculos un día me dieran.


 Sariel Angel 
(Defensa retórica y sarcástica en clave Esdrújula)

Cuando era adolescente, mi tío, que es lo más cercano a una figura paternal que he tenido en mi vida, me decía: “el que tiene el poder económico siempre pone las condiciones”.

Durante mucho tiempo, durante mi crecimiento me resistí a creer en su totalidad esta afirmación contundente, pensando en que no se puede metalizar al ser humano.

Pero a medida que he ido atravesando los vaivenes de la vida (y los que me faltan todavía), me he convencido que mi tío no sólo tiene razón sino que se quedó corto en sus afirmaciones. El poder económico, no sólo pone o impone sus condiciones, sino que impone sus reglas, condiciones morales, sus valoraciones éticas y sus anti valores.

Esto, lamentablemente, se da en todos los ámbitos de la vida de nuestra sociedad diseñada para el capital y el consumo. Se da en las relaciones interpersonales de uno a uno como el matrimonio, la amistad, los valores familiares. Y ni se diga en las relaciones comerciales, profesionales o de “manejo externo”.

Así como en el tiempo de los fisiócratas el que ostentaba los metales preciosos estaba en la cúspide de la pirámide, actualmente el bien de culto es el “capital” y el que posee el mismo tiene derecho a imponer sus consideraciones morales, éticas y hasta religiosas.

En las relaciones interpersonales se impone las valoraciones del que “más tiene”, pues el que sustenta económicamente el hogar siempre tendrá la última decisión o, en su defecto, en el concepto más amplio de familia, siempre será el consultado, el gurú al cual todos los demás miembros acudirán o en petición de ayuda o aunque sea de un consejo. Su estatus económico le permite estar un escalón más arriba, en lo atinente a las valoraciones morales y le da patente de corso de hacer sus observaciones y a no ser observado, está por encima del bien y del mal. Siempre tendrá la razón y, consciente o inconscientemente generará una relación de dependencia económico - espiritual de los demás hacia él, ya que la dependencia se traduce en poder.

A nivel macro, tenemos la muestra más clara con lo que pasa con los países, el poder de la acumulación del capital, les permite a ciertas potencias imponer sus condiciones económicas, políticas, sociales, religiosas, militares y hasta culturales.

Para muestra un botón, EEUU basa su poderío en su capital, lo que con sus programas de “asistencia” genera sus relaciones de dependencia de los países carentes de capital, lo que le obliga a países como el nuestro a la necesidad consciente o inconsciente (ya está impregnada en nuestra psiquis) de consultar o requerir autorización para cualquier acción independiente, a ciertos nefastos gobernantes nuestros a declararse “mejores amigos o aliados” y al igual que en el ejemplo familiar anterior descrito, se convierten en gurú basado en la dependencia económica.
Nos imponen sus dogmas tales como: “libertad de mercado”, nos imponen el pop, la hamburguesa, coca – cola, los jeans y hasta sus anti valores como la conducta agresiva.



Me voy a permitir centrarme a los valores que impone el capital en las relaciones comerciales o de “manejo externo”. En este ámbito, al igual que en los ejemplos antes descritos, el capital impone sus nuevos valores, dónde siempre el más grande siempre tendrá la razón.

Todos los demás actores de la sociedad siempre se asociarán o se alinearán hacia el que tenga mayor poder económico, por cuanto “nunca se sabe cuándo se necesitará de él”.

Las grandes empresas o corporaciones imponen sus reglas y sus formas, siempre mantendrán su imagen, por más errores, injusticias o ilegalidades que cometan, siempre mantendrán su buen nombre, por cuánto ellos son los que estipulan los valores morales y los conceptos de honra.

Un pequeño proveedor que se equivoca o falla en un contrato siempre quedará estigmatizado en el gran círculo empresarial, mientras las acciones de éstas empresas en algunos casos monopólicas, de competencia desleal, de concentración injusta de riqueza, de acaparamiento, de utilización de artimañas, de no pago a sus trabajadores, a sus proveedores, de abuso, que son mucho más perjudiciales para la sociedad, no son señaladas pues la escala de valores imperantes es la de ellos mismos, así como la de anti valores, por ende, los que a los grandes capitalistas les parezca inmoral, a todo el círculo a su alrededor les parecerá inmoral también.

La sociedad siempre girará en torno al poder económico, por necesidad actual o futura, por el mantenimiento de las “relaciones” ó simplemente el de pertenecer al mismo círculo.

Dentro de éstos anti valores el más grande y, en mi opinión, el más aberrante es el de la hipocresía, la sociedad se convierte en el reino de la hipocresía, en el cual para los poseedores del capital no hay sugerencias sino adulaciones, no hay críticas sino sugerencias, no hay diferencias de criterio sino bajadas de cabeza.

 
El que tiene el poder económico es el más honesto, transparente, cumplido, entendido o generoso, de ahí el famoso enunciado comercial que dice: “el cliente siempre tiene la razón” (el cliente siempre tiene el poder económico). Esto se da por cuanto todos de alguna manera nos interesa mantener nuestro estatus, nuestra relación económica, nuestras ventas, nuestro círculo, nuestro plato de comida.

En honor a la hipocresía asentimos sin estar de acuerdo, nos callamos nuestras opiniones porque no interesan, no importa cómo sea el tema el poder económico siempre tendrá la razón y todos querrán estar cerca de él.

En las situaciones de “manejo externo” el poder del capital se dibuja en su mejor dimensión en la división de clases, en los valores que genera entre uno y otro, siempre hay un chiste que creo que dimensiona el tema: “aniñado corriendo…deportista, cholo corriendo….delincuente”. El poder económico predispone una consideración moral y, más aún, se mueve en círculos cerrados, de hipocresía extrema, dónde todos están de acuerdo y se estiman, cuando internamente se aborrecen.

No soy socialista, pero cada día odio más el capital y los valores que genera, lo odio por la sociedad hipócrita que grafica a su alrededor y del que yo me he vuelto parte, he querido revelarme muchas veces pero la sociedad me lleva nuevamente al círculo, en aras de mi bienestar y el de los míos.

Para muchos seré un resentido social, pero preferiré siempre denunciarlo y que no me valga la pena ser cobarde y resistirme a mi propia hipocresía aunque sea una lucha en la que lo único cierto sea que la perderé.
               
A fin de concluir, recuerdo un corto promocional de un programa televisivo que es transmitido por una cadena de televisión por cable, el programa se llama “mundo de millonarios”, dónde después que describe la lista de propiedades de un millonario tipo: yate con chef profesional, mansión con piscina elevada, departamento con cancha de básquet y su propio equipo de animadoras, termina con la frase: “¿No quieres ser mi amigo?”.

A.Z.

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